1950 (II)
Para los leones del monumento y algún público que se incrementaba en razón directa a la temperatura reinante, ejecutaba su concierto la banda de santo Pepe.
Estratégicamente ubicada espacial y temporalmente, aprovechaba la salida de misa de los fieles en una mañana de domingo que solía ser esplendorosa (o yo era muy joven).
Dirigía la banda un viejo inmigrante italiano cuya profesión original no era ciertamente la música pero que se adaptó a las carencias del momento con gran “cintura”.
Alto, delgado, un poco desgarbado y siempre con una bufanda al cuello, declaraba honestamente no haber aprendido muy bien el castellano y estar olvidando el italiano.
Formada en su totalidad por aficionados, la banda ensayaba una vez por semana y aunque todos daban lo mejor de sí, los resultados no estaban a la altura de su entusiasmo.
De la infinidad de anécdotas que generó esta situación quiero referir la actitud del director durante los conciertos. Por lo graciosa y porque pudiera servir para que algún directorzuelo académico redujera su ego a límites tolerables.
Luego de reclamar silencio mediante palmadas y algún que otro grito, el director esgrimía cualquier objeto (yo presencié el uso de un periódico) a modo de batuta y daba la entrada. Ya no dirigía más… se limitaba a mirar acusadoramente a quien se equivocaba, paseaba en derredor para tener una perspectiva más clara y si todo iba “bien”, se abría camino entre el público y recostado al monumento “armaba” un cigarrillo con toda tranquilidad. Pero (y esto se notaba claramente por sobreactuado) con el oído muy atento.-
domingo, 23 de marzo de 2008
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8 comentarios:
Je, je, je. Me ha encantado. Como yo doy clase de Música, me planteo hacer lo mismo que el mencionado en tu entrada. Estaría bien utilizar un periódico a modo de batuta y sentarme entre el público (sin cigarrillo, que yo no fumo), con el oído fino, eso sí.
Gracias por provocar la sonrisa.
Abrazo desde España.
Ah, y gracias por tus visitas a mi blog. Un placer.
La verdad es que ese diector se las traía,¿no? Es buen ejemplo para tantos que hacen teatro con la batuta.
Diste en el clavo flaca y sin dar nombres, los "directores" que hacen teatro con la batuta, los repertorios, los solistas etc. no solo son patéticos sino que su incidencia en la educación y sensibilidad de la gente (y aún en el carácter de los músicos) los hace altamente destructivos.
Un abrazo María Jesus y un placer saber que somos colegas. Soy cornista (trompista dirían ustedes) y profesor.
¿Contenta Flaca?
Volví. Y menos mal, porque encuentro que esta charla continúa.
Tenés razón Juan, además de patéticos,los músicos teatreros inciden negativamente en la sensibilidad y la educación de la gente.Y eso que siempre digo que un concierto, además de una audición,es un espectáculo. En mi pueblo -no demasiado diferente a Santo Pepe-, suelen creer que todos esos que cierran los ojos, se hamacan y se crispan con unos gestos que parece que les doliera la barriga,son los que tocan mejor. Después terminan diciendo:"¡qué músico!, tocaba el piano con los dedos de los pies". Con los metales también es común que crean que cuanto más inflan los cachetes para soplar,mejor están tocando. No es raro escuchar decir en mi pueblo - y esto nada tiene que ver con la teatralidad- "¡pah!, es músico del SODRE", como si eso fuera una garantía de calidad, excelencia y cultura. Por eso es tan importante, me parece, enseñar a escuchar.¿O será que se nace con eso?...No sé. No soy profesora de música sino de otra cosa, pero he llevado más veces a mis alumnos a escuchar música que al teatro.
Cuando te pedía una pista pensé que estabas sordo, porque no te dabas por enterado.Y ahora no me tiraste una pista,sino que me tiraste con todo,me diste un dato fundamental. No me había imaginado que fueras músico.¡Cómo te habrás reído cuando te informaba de Percy Mendoza! Habrás dicho "esa Flaca es una erudita". Pero no te equivoques, ahora me dejaste más despistada que nunca porque no conozco a los cornistas. Y de boquillas mis máximos conocimientos se remiten a mi padrino (que no era Mendoza) y a mi padre (que era amateur).Así que sigue el misterio en pie.
Para terminar,te digo que me alegro de encontrar a María Jesús aquí y ver con satisfacción que las diferencias en el uso de los tildes a ustedes no les ha hecho mella.Por un momento pensé que se pudría todo.
Un abrazo.
Bueno, llegué justo a la revelación, después de varios días sin contacto, por laburo. Qué buena la anécdota! Yo creo que tengo colocado un zapato en lugar de oreja, entiendo menos que poquito de música pero siempre sospeché de esas convulsiones de los directores. Un beso
Buenísima la anécdota Juan. A la efímera ya la conocía,pero a este flaco genial de batuta periodística no. Qué pueblo Santo Pepe!!! ¿Habremos ganado algo de allá a acá? ¿No seríamos más felices con un flaco así, que mirara de lejos y dejara tocar sin molestar? Siempre soñé con un director que fumara tabaco Toro Blanco y no pusiera cara de orto.
Quiero irme a Santo Pepe!!! No. Si ya estamos...
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