PRE-EFÍMERA.-
En medio de la oscuridad, la luz del farol, lejos de conjurar los miedos, los exacerbaba. Ponía siniestras sombras en los rostros hasta hacía poco rato conocidos y en las anfractuosidades de los médanos.
Cuando por fin nos ubicamos en el lugar elegido para pescar, comenzó a llegar una avalancha de mariposas blancas que se estrellaban contra el farol quemándose en una muerte horrible.
“Se llaman efímeras” dijo indiferente el viejo Rojas, “salen del agua”…
Estando yo acostumbrado al deporte favorito de los adultos de Sto. Pepe, vale decir a “tomarle” el pelo a los niños, no le creí. Entonces tomó el farol y acercándose a la orilla dijo: “vení”. Nos quedamos en silencio mirando los vapores que flotaban en la sombra hasta que asombrado, me di cuenta de que de cada burbuja que estallaba en la superficie salía una entusiasta forma de vida.-
jueves, 20 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
El río Juan, el río. Vos tendrías que ser hijo de mi viejo. Tienen la misma forma de vivenciar las cosas del río, ese mirar los pequeños detalles y darles importancia. El gusto por lo efímero.
Para le santi: Quizá Chagoviejo se acuerde de los conciertos en el litoral, donde lo que más nos preocupaba era conseguir carnada para la noche en el río Uruguay (y vino por supuesto)
Publicar un comentario