miércoles, 6 de enero de 2010

El viejo Iglesias

Vivía en la costa del río Sta. Lucía, cazaba nutrias y pescaba.
Pasaba el día reparando las redes, cargando cartuchos, arreglando el desvencijado bote y cocinando.
Cuando tenía algo de tiempo iba hasta la carretera donde se había formado un pequeño pueblo . Allí cambiaba alguna piel por galletas, pólvora y algo de vino. Disfrutaba esos momentos, le gustaba la gente. Todo el mundo lo quería pues trataba afable y respetuosamente a todos y en especial a los niños.
Regresaba a su choza y al mutismo cotidiano. A veces hablaba con un “mao pelada” que era su mascota pero cuando ésto se hacía muy frecuente sabía que tenía que ir al pueblo.
Yo lo veía arreglando las mallas que algún lobito de río destrozaba y espantándose con gran parsimonia los mosquitos que venían con el paquete del verano. Me daba envidia y pensaba: ¡Quién tuviera esa pasta para espantar los mosquitos que disfrazados de otra cosa insisten en molestar, poner palos en las ruedas etc.!
Durante muchos años me ausenté y dejé de verlo. Cuando regresé y pregunté por él me miraron con extrañeza: -Como,¿no sabés? El año pasado lo encontraron en su bote a la deriva con un balazo en la cabeza...

4 comentarios:

Fernando Terreno dijo...

Juan:
Otro final de los tuyos. Justo cuando me estaba acomodando (y empezando a pensar en "A la deriva") me llegó el nocáut.
Un abrazo
Fernando

Bea dijo...

No te digo que el relato es fabuloso, porque es una realidad...pero que bien me describiste todo. Me sentí adentro de Cien Años de Soledad, que mientras lo leía, no podía dejar de sentir el polvo en mis narinas.Espléndido relato al que me prendí como loca, hasta que como a Fernando me llegó el nocáut.
Gracias amigo.

ro dijo...

Hola, Juan! Qué bien contado esto,qué abrupto final, que te deja pensando si esa soledad...si se mató por eso, si lo mataron...Así, sin explicar mucho, así se cuenta. EStoy tratando de volver a ponerme en contacto con ustedes y sostener mi presencia aquí y allá. Besos

andal13 dijo...

A la pucha...!
Una puñalada trapera la historia.