Hace ya un tiempo, recorrí la América latina, buscando algo que aún no sé que es. En las afueras de Cuzco vi un grupo de campesinos cansados hasta el dolor, en cuclillas alrededor de una lata con papas hervidas que constituirían seguramente su único almuerzo.
En Querétaro ví un viejo músico ciego tocando una suerte de flauta y a la vez un tamborcito... estaba pidiendo limosna.
En una curva del páramo merideño, un niñito flaquísimo con el vientre hinchado de parásitos extendía su mano a los lujosos autos cuyos ocupantes admiraban las bellezas de los Andes.
En Lima un chiquilín que había robado un pan es golpeado por dos policías alcohólicos.
En Río de Janeiro, en los restaurantes, otros niños, los mismos niños, aguardan junto a las mesas que la gente termine de comer para recoger las sobras.
También ví cosas lindas.
Cosas hechas por hombres de otras épocas, paisajes más antiguos aún.
Y escuché cosas lindas: mágicas quenas pentatónicas, dulces polos margariteños, elegantes valses peruanos, alegres sambas y poéticas zambas, misteriosas milongas...
Y decidí poner mi granito de arena para revindicar a la América. Sí, yo, ínfimo ser con el único derecho que me confería el haber tenido la suerte de nacer americano.
Supe que tenia que incluír ballet porque hay cosas que no se pueden decir con palabras.
Y música por supuesto. No una gran orquesta que no hubiese representado la módica forma que tenemos de hacer música. Tampoco melosas cuerdas frotadas... Entonces se me ocurrió utilizar un grupo de instrumentos de viento más percusión y cuerda tañida, todos instrumentos en que es rico nuestro continente. Ya me imagino los críticos de siempre: ¡Dale bo! Esos ya los tenías. -Sí, es verdad, ¡qué coincidencia! ¿no?
También hay cosas para decir con palabras. ¡Eureka! ¡Un actor!
Venía fácil hasta aquí. Ahora comienza el lío (como siempre: las finanzas).
Consideré todas las posibilidades (hasta ganar la lotería) y comprendí que solamente cabía conseguir otros tipos tan locos como yo que apostaran al espectáculo. Y... ¡Los conseguí!
Victoria Braselli accedió a crear la coreografía. Danzaron además de Victoria estas otras diosas: Lucía Dini, Cecilia Vidal, Liliana Vidal/Lorena Quintana y los dioses: Sebastián Arias/Ismael Arias/Francisco Carámbula.
Los actores fueron: Gustavo Suárez/Sergio Chaparro.
De los geniales arreglos musicales se encargó el maestro Alberto Andrade.
El quinteto 441 estuvo integrado por: Magela Rilla (flauta), Luisa Masci (oboe), Washington Alaniz (clarinete), Raúl Suárez (fagot) y Juan Soto Bogliolo (corno) más Mario Beretta (percusión) y Alberto Andrade (cavaquinho y charango)
(continuará)
4 comentarios:
¿Cuándo es la presentación?
Ansiosos abstenerse o esperar la continuación...
Fernando: Estoy luchando con mi proverbial torpeza en el manejo de la computadora. Ahí va otra entrega (espero)
¡Queremos videos!
¡volví! jaja :)
no sé si te acordás de mi blog :O lo empecé (y terminé) en abril :P
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