viernes, 1 de octubre de 2010

"COMISIONISTAS"

Existían en Sto. Pepe unos personajes denominados “comisionistas”. De muy variadas formas y distintos niveles de educación, atendían el rubro con el que más se identificaban. “La pescadilla” por ejemplo se dedicaba al contrabando de carne hacia la capital (es rigurosamente cierto, hubo una época durante la cual etc.) La pescadilla era gordo, sudoroso y usaba un gorro de lana todo el año (el mismo). Alguien cuyo nombre no daré por ser el actor principal de este cuento era bajo, delgado siempre bien vestido y con un sombrero gardeliano (gacho gris arrabalero). Sus “comisiones” eran, al menos para mí, muy misteriosas. Documentos, impuestos, casi siempre papeles que requerían de su “habilidad especial”. Famoso por sus trampas, casi todo el mundo desconfiaba de él. Cuando lo conocí me resultó muy simpático.
Su anécdota más famosa fué seguramente la que protagonizó en la pizzería de alguien a quien por preservar su identidad llamaré “Tulio”.
Haciéndo gala de su agilidad y energía se apersona a Tulio y le dice:
-No te imaginás las corvinas negras que están vendiendo en el río St. Lucy. Deben pesar más de 15 quilos. ¿Qué te parece si traigo una y la pagamos entre los parroquianos que quieran intervenir?
Tulio lo pensó un poco y no vió ningún engaño. -Bueno, traé una.
A continuación se fué hasta la otra punta del mostrador y le dijo al mozo:
-Servime una grappa grande que me invitó Tulio.
El mozo sonrió y dijo: Seguro, y las ranas peludas...
Entonces nuestro héroe alza la voz hacia Tulio:
-¿Grande, verdad? Y Tulio creyendo que se refería a la corvina:
-¡ Grande sí!
Se cuenta en Sto. Pepe que Tulio estuvo como un mes buscando al timador para regalarle una botella de grappa.

7 comentarios:

andal13 dijo...

¡Jajaja, un genio el "comisionista"!

Fah, me dieron ganas de tomar grappa (tengo todavía un poquito de una grappa tannat que me regalaron el año pasado). Brindaré por tantos, que, como mi viejo, se arriesgaba a cruzar el puente para ir a conseguir un poco de carne para darle color al guiso.

juan pascualero dijo...

En esa época yo viajaba todos los días a Montevideo y me tocó presenciar cosas increíbles.
Un inspector que subía al omnibus a registrar se asombró de que en el espacio central (¿descanso?) siempre hubiera un estuche de acordeón. Por supuesto al no aparecer el dueño y abrirlo se reveló como genial depósito de colitas de cuadril. Otra vez le ofrecí el asiento a una "embarazada" que lo rechazó. Una vez terminada la revisión sonriendo se abrió el impermeable y por supuesto...

andal13 dijo...

Ah, sí la de embarazadas que había en esa época!!! Los embarazos duraban una hora, o cosa así...

La del acordeón no la tenía; gran ejecutante, sin dudas!

ro dijo...

jaja, muy bueno. Ese Santo Pepe tiene un color inimitable. Un lujo esta serie. A mi no me gusta la grappa, que si no...

Fernando Terreno dijo...

Me he divertido con la martingala y aproveché para recordar el "oficio" de "comisionista".
Lo que no alcanzo a entender es: ¿cuándo fue necesario bagallear carne a la Capital? ¿Por qué?
¿O era un pueblo de frontera?
Saludos cordiales.

juan pascualero dijo...

Andrea: ¿Se nota cuando la grappa es de una u otra cepa?
Ro: Porque nunca tomaste la grappa casera del señor Tudisco. Merece una entrada.
Fernando: Las medidas misteriosas que tomaban los torpes gobiernos anteriores a la dictadura darían para escribir varios libros.

andal13 dijo...

No te sabría decir; si queremos, armamos una cata y vemos!