domingo, 21 de septiembre de 2008

Anécdotas de un pueblo (dedicado) al santo Pepe

EL”PERRO”

Pocos en Sto. Pepe conocen la razón por la que a Soriano le dicen “el perro”. Nadie niega la fuerza del apodo ya que son menos los que conocen su verdadero nombre. La anécdota que ilustra la génesis del alias es tan original que no resisto la tentación de contarla…
En Sto. Pepe durante los días cálidos y en las tardecitas existía la costumbre inexplicable para seres de otras latitudes y totalmente natural para los pepianos de recorrer medio perímetro de la plaza principal en un sentido y regresar en el opuesto generando así el contacto visual con todos los que intervenían. Una variante era permanecer sentados en los bancos que circundaban la plaza. En éste último caso la desventaja era no ver a los que estaban en bancos lejanos.
Es fácil imaginar la razón de ésta maniobra: En cada encuentro se podía incrementar la simpatía hasta que las miradas fueran directas con sonrisa incluida que propiciaran un contacto más directo.
Muchos matrimonios pepianos nacieron de este “corso”. Para comprender algunas costumbres hay que tener en cuenta que en la época a que me refiero no existía la televisión.
Pues bien: el mote de Soriano proviene aunque parezca increíble de una desilusión amorosa. Estando la muchacha responsable de este desencanto sentada en uno de los bancos y no teniendo Soriano más argumentos, solamente se le ocurrió aproximarse sigilosamente por detrás en cuatro patas y darle tremendo mordiscón en la pantorrilla.
Para terminar de aquilatar la fuerza del seudónimo baste decir que tal como una condición genética le fue trasmitido a su hijo y quien sabe hasta qué generación llegará…