sábado, 25 de diciembre de 2010

Playa Pascual

Aquí todo es pequeño pero suficiente. No se siente la majestuosidad de Los Andes o la inmensidad del gran océano pero no hay nada que aturda. Uno deja de ser observador para sentirse parte de la naturaleza. Hoy como hizo mucho calor “bajé “ a la playa; Acá decimos bajar aunque es una “bajada” de seis metros más o menos. Entrar en el agua dulce es así, muy dulce, como cuando uno está regando y distrae el chorro de la manguera para mojarse los pies pero mejor. Me sambullí y me quedé inerte boca abajo imaginando lo que sentiría un barco anclado. Después me entretuve viendo el vuelo de las gaviotas, qué las parió, qué envidia me dan. Mirando hacia la playa veía las olas desde el punto de vista del viento. Se siente uno poderoso. Luego me dije que ya estaba bueno de pavadas y regresé a mi casa y a la frescura de los árboles. Estas cosas pasan en playa Pascual.