miércoles, 6 de enero de 2010

El viejo Iglesias

Vivía en la costa del río Sta. Lucía, cazaba nutrias y pescaba.
Pasaba el día reparando las redes, cargando cartuchos, arreglando el desvencijado bote y cocinando.
Cuando tenía algo de tiempo iba hasta la carretera donde se había formado un pequeño pueblo . Allí cambiaba alguna piel por galletas, pólvora y algo de vino. Disfrutaba esos momentos, le gustaba la gente. Todo el mundo lo quería pues trataba afable y respetuosamente a todos y en especial a los niños.
Regresaba a su choza y al mutismo cotidiano. A veces hablaba con un “mao pelada” que era su mascota pero cuando ésto se hacía muy frecuente sabía que tenía que ir al pueblo.
Yo lo veía arreglando las mallas que algún lobito de río destrozaba y espantándose con gran parsimonia los mosquitos que venían con el paquete del verano. Me daba envidia y pensaba: ¡Quién tuviera esa pasta para espantar los mosquitos que disfrazados de otra cosa insisten en molestar, poner palos en las ruedas etc.!
Durante muchos años me ausenté y dejé de verlo. Cuando regresé y pregunté por él me miraron con extrañeza: -Como,¿no sabés? El año pasado lo encontraron en su bote a la deriva con un balazo en la cabeza...

lunes, 4 de enero de 2010

Hoja en blanco

Tengo ante mí la temida hoja en blanco (es un decir, escribo en la computadora).
Recuerdo algo que leí alguna vez sobre un escritor cuyo sirviente de vez en cuando retiraba la hoja superior(ya sucia) de la resma que inútilmente esperaba la inspiración del artista.
No creo que se tratase de incapacidad o haraganería. Pienso que estaría viviendo, haciendo algo que no se obligaba a contar.
Muchos escribimos para “perpetuar un hecho”, para “modelar el lenguaje”y una cantidad interminable de etc. La verdad es que nos empuja esa fuerza maravillosa y deleznable que es la vanidad. Quizá el escritor ut supra (no pude resistir la tentación) fuera solamente una persona humilde.
Me divagué demasiado. Lo que quería decir en realidad es que llueve, desde mi ventana veo las “santa-Ritas” refrescadas y felices. Llueve, los sauces danzan leves con la lluvia y la brisa. Llueve, no podré trabajar en el jardín (que es el precio que pagaré para salir de vacaciones). Llueve, todo se complica y necesito salir de compras. Llueve, sospecho que la reparación que hice de la ventana sobre la escalera no dará resultado (sí, ya ví el agua en la escalera). Llueve, puta que lo parió.