lunes, 31 de marzo de 2008

Anécdotas de un pueblo (dedicado) al santo Pepe

“ PAT’ANCHA”





En los pueblos pequeños las características de los personajes resultan más nítidas. Tal vez porque hay menos lugares donde esconderse.
Esto no significa que respondan directamente a la realidad, ya hemos visto que se magnifican o disminuyen en aras de algún efecto “artístico”.
Salido de alguna milonga de Borges, destacaba en el barrio “industrial” de San Pepe un malevo malencarado y maloliente a quien apodaban “pat’ancha”.
Derivaba este nombre del mito de su inamovilidad:- “Nadie lo puede voltear”. Por las dudas, nadie se arriesgaba. Eran demasiadas y muy terribles las hazañas que de él se contaban.
Del otro lado del pueblo y con opuesta actitud frente a la vida, dos hermanos ensayan canciones folclóricas, esmerándose el uno en la ejecución de la guitarra y el otro en encontrar segundas voces originales.
Aunque realizaban a la perfección este arte, en Santo Pepe no se puede vivir de algo que todo el mundo considera “divertido”. Por lo tanto, ambos tuvieron que utilizar muchas horas de sus días en trabajar “en serio”.

Quiso la suerte que el guitarrista consiguiera un puesto en la jefatura de policía. Mientras estuvo dedicado a tareas administrativas su desempeño fue correcto y aburrido. Esto cambiaría con la ascensión de un nuevo jefe de policía.
El sujeto, quien odiaba (envidiaba, no se permitía admirar) al guitarrista, lo obligó a utilizar el uniforme y como primera tarea en su nueva función le ordenó (nada menos) arrestar a “pat’ancha”.

La escena que sigue me fue contada por el propio “damnificado” y no tiene desperdicio:
-“Yo no sabía si el calor y “sofoco” me venía de la propia temperatura ambiental, del uniforme que me quedaba grande (a esa altura, la gorra me tapaba los ojos) o del “cagazo”. Lo cierto fue que sacando fuerzas de flaqueza, me apersoné al individuo quien jugando billar y por tanto con un taco en sus manos me miró de abajo abajo (no soy muy alto) y con un espantoso vozarrón dijo: ¿qué pasa? En ese momento se me terminó la poca energía que tenía y con voz temblorosa me salió algo así: Sr. Pat’ancha, manda decir el comisario que cuando pueda, sin ningún apuro, se dé una vueltita por allá.
La carcajada de pat’ancha me acompañó hasta la jefatura y mientras renunciaba y aún hoy la oigo.”

4 comentarios:

FLACA dijo...

Me encanta
ser la primera en comentar. El cuento es maravilloso.Hay que haber vivido en un pueblo parecido a Santo Pepe para poder interpretar tal cual.Allí nos conocemos todos, y sabemos quién manda.
Un abrazo.

FLACA dijo...

Juan Pascualero:
No lo vas a poder creer, pero el Tata, el padre del Santi, ha abierto hoy su blog. Te dejo la dirección:
http://www.tatabloguero.blogspot.com/
Supongo que lo conocerás, pero para ir allí no es necesario develar el misterio, alcanza con tener ganas de comunicarse. Él nos espera y piensa que se va a sentir con 50 años menos. Ojalá que no lo defraudemos.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Che, Juan, es impresionante la historia. Me cagué todo y te juro que la renuncia me la vi venir. No quedaba otra.

ro dijo...

Muy bueno, Juan. Gracias por compartirlo