jueves, 20 de marzo de 2008

Efímera

Su existencia, resultado de un milagro de amor, implicaba su propia gloria futura. Lo creía firmemente, solo había que esperar.
Pasaron algunos meses durante los cuales una persistente modorra le permitía apenas pensar muy lentamente. En ese ritmo no cabían las ilusiones, por suerte tampoco la desesperanza.
Al fin, luego de un caluroso día, sintió un sacudón de energía y observó que los jugos que la rodeaban, esos mismos que llegara a despreciar, comenzaban a transformarse. Poco a poco surgían brillantes y hermosas alas y en su interior se desarrollaba la organización mágica de todo su ser… ¡Era cierto! ¡Nacería!
En medio de una explosión de dicha, surgió de la superficie y sin poder creerlo, embriagada de felicidad y de asombro… ¡Voló!...
Disfrutaba de la mágica frescura del aire, del inefable brillo de las estrellas y de la poderosa luna rielando en el lago cuando sintió toda la razón de su existir concentrada en una atracción-olor, aunque desconocida, inconfundible y perentoria.
Voló hacia quien lo causaba encontrando al amor y a su destino-felicidad.
Todavía extasiada, comprendió que debía apresurarse para cumplir el último paso… Encontró por fin el lugar adecuado y poniendo en ello todo su ser, ovuló.
Ahora ya podía morir en paz.

1 comentario:

ro dijo...

Es cierto que en algunas cosas lo bello es inseparable de lo efímero.
Me gustó la descripción de la vida interior, dentro del capullo, de la mariposa. Abrazo