jueves, 13 de marzo de 2008

Anécdotas de un pueblo (dedicado) al santo Pepe

VIII (para Claudio)


Cuando era yo muy chico, vivía a la vuelta de mi casa un señor muy flaco y desgarbado de quien solo recuerdo el apellido: Mendoza. Y lo recuerdo pues mi ingenuidad infantil lo había transformado en “baldosa”, y esto me resultaba muy gracioso. Pero era negro y trompetista, condiciones estas sumamente exóticas para un niño de cinco años…
Hasta aquí llegan los datos que mi memoria conserva como “normales”…

En “Santo pepe” existía la costumbre de preparar los hechos mágicos en connivencia con la naturaleza. Ahora sé que era una técnica muy elaborada. Sin embargo los pepianos disimulaban aparentando indiferencia.
Durante los meses cálidos, a la hora en que cae el sol, comenzaban a sacar sillas a la vereda para recibir la primera brisa fresca que traería la noche.
Las voces disminuían su intensidad y aún su significado, trasformándose en caricias sonoras.
Los ruidos agresivos de la ciudad daban paso a sonidos amables y entonces comenzaba el milagro: Una a una asomaban las estrellas y cuando ya parecía que el prodigio estaba realizado, en el aire nocturno se escuchaba el timbre azul y asombroso de la trompeta de Mendoza.

5 comentarios:

FLACA dijo...

Tu pueblo Santo Pepe se parece mucho a mi pueblo. También en elmío los vecinos sacaban las sillas a la vereda en la tardecita. Claro, que lo de la trompeta de Mendoza hace a tu pueblo insuperable.
En Montevideo había un trompetista que se llamaba Perci (creo) Mendoza, aunque no era negro.
Estás invitado al concurso de recetas convocado por el Santi. Las recetas se juntan en mi boliche.Un abrazo.

Unknown dijo...

Precioso Juan. Me encantó este brevísimo cuento. Me cagué de risa con la Flaca informándote de la existencia de Fructuoso Percy Mendoza. ¿En serio se llamaba Mendoza el negro?

juan pascualero dijo...

En serio Santi. Era un negro digno y noble(los niños percibimos esas condiciones sin prejuicios, aún en Santo Pepe)

ro dijo...

Buenísimo, Juan! Poético y pico. Un lujo de texto. No podés abandonar a Santo Pepe y sus pepianos, ahora que los largaste al ruedo.

FLACA dijo...

Bien,Juan,veo que seguís publicando. Me gustan tus relatos;nos estábamos perdiendo a un gran escritor.Un abrazoy gracias por la receta, te dejé unas preguntas allá-